La visión de la Fundación nos compromete a “ser generadores de apoyos para la construcción de vidas plenas, abriendo espacios de inclusión en la comunidad”. Desde 2015 se han ido desarrollando proyectos que han permitido, por un lado, tanto el tránsito de algunas personas desde centros específicos apartados de la comunidad hacia servicios más inclusivos (viviendas), y por otro, han ofrecido la posibilidad a jóvenes con discapacidad intelectual y necesidades de apoyo extensas y generalizadas, de mantenerse en su entorno natural, ofreciendo a servicios de atención de día en la comunidad (“Entre vecinos y vecinas”).
Pero en todo este tiempo ha surgido un importante reto: “que nadie quede atrás”. Las dinámicas y prácticas inclusivas no deben circunscribirse a estos proyectos recientes más innovadores, si no que deben formar parte de la cultura de la organización e impactar en todas las personas a las que apoya, incluidas las usuarias del centro de día y de la residencia, que son más vulnerables ante el riesgo de segregación, incluso, de exclusión social. Alcanzar resultados valiosos para las personas con discapacidad con necesidades de apoyo extenso o generalizado es más costoso en los servicios “tradicionales” que en los servicios comunitarios desarrollados más recientemente. Pero el aprendizaje de estas experiencias ha permitido incorporar dinámicas en estos centros para mejorar estos resultados personales sin incrementar los costes, contando con recursos naturales y estableciendo alianzas sólidas con distintas organizaciones comunitarias para alcanzar estos objetivos.
Para ello se han diseñado itinerarios y planes de actividades que se desarrollan en los entornos comunitarios, tanto de las viviendas y servicio "Entre vecinos y vecinas", como de la residencia y centro de día, alineados con las necesidades y expectativas de cada persona, según sus propios planes personales, realizando los ajustes organizativos necesarios
Se ha contado con un fuerte compromiso e implicación personal de los directivos y profesionales y con una buena acogida de la comunidad.
Todo ello ha impactado muy positivamente en las personas, que han alcanzado mejores resultados en inclusión, bienestar y satisfacción, en la organización, mejorando competencias profesionales, introduciendo cambios organizativos y metodologías ágiles sin incremento de costes, y el la comunidad, contribuyendo a generar cultura y prácticas más inclusivas.
Todo ello hace que ese futuro de generar espacios de inclusión para las personas con discapacidad intelectual y grandes necesidades de apoyo de forma sostenible, se vea más cercano.