Consiste en un grupo aproximado de diez personas con discapacidad intelectual, coordinado por una persona de apoyo, que realizan reuniones semanales en las que detectan necesidades o retos sociales, deciden en grupo si desean o si es viable apoyarlas, y en caso afirmativo plantean acciones solidarias. A su vez obtienen diferentes aprendizajes, conocimientos, habilidades, valores y actitudes.
Los participantes de este proyecto han aprendido a trabajar en necesidades reales del entorno en el que se conviven con la finalidad de mejorarlo. Así, a través de este proyecto las personas con discapacidad pasan de ser agentes receptores de servicios a ser agentes de cambio. Desde su comienzo se han ejecutado numerosas acciones solidarias, consiguiendo así un gran impacto en la comunidad.